51.15

Una de las consecuencias de la situación de la crisis que padecemos, además de obligar a replantearse dos grandes temas como son la viabilidad de la divisa común europea con los países que la integran actualmente, y del papel que juega el Estado en la economía de bienestar, es la reducción del número de entidades financieras que prestan sus servicios en nuestro mercado doméstico.

Los procesos de fusiones de entidades españolas realizadas desde 2009 nos muestran que donde anteriormente teníamos a 51 entidades, éstas se han transformado en 15, dando como resultado una menor capacidad de elección para las personas y empresas. Bajando a más detalle, los cinco grupos bancarios más importantes controlan cerca del 70% del mercado. ¿Más dificultades para acceder al crédito? La mayoría dirán que es imposible, pues peor no puede ser la situación: la caída de financiación al sector privado fue más de un 5% en 2012 (en 2011 ya había caído un 2%, según nos informa el supervisor Banco de España). Ahora bien, la financiación al sector público creció un 20% en 2012 (un +14 % en el 2010 y 2011), hasta situar a la deuda pública en cerca de un 85% del PIB español. ¿Seguirá subiendo? A corto plazo, seguro, pues el déficit público en 2013 será al menos del 6% de dicho PIB, es decir, 65.000 millones más de deuda que deberán financiar las administraciones públicas, lo que situará la deuda pública en más de un 90% de nuestro PIB –Italia está en torno al 130%, Alemania en un 80%, Suecia en un 40%-.

 

El efecto de la deuda pública sobre la privada ha sido el efecto expulsión ante un competidor tan voraz, y que va a mantener su apetito. Ante ello, las empresas privadas debemos buscar alternativas externas, nunca fáciles pero necesarias, y buscar alternativas internas, tampoco sencillas pero que sí que están más a nuestro alcance.

 

¿Qué podemos hacer internamente?:

 

1.- Revisar nuestras condiciones de cobro –tenemos una ley para combatir la morosidad, sin risas por favor- vinculando, por ejemplo, los importes de retribuciones variables a percibir por las personas vinculadas a la labor comercial vincularlos a los cobros y no a las ventas. Otra alternativa a estudiar es si nos conviene hacer descuentos por pronto pago y como afecta a nuestra cuenta de explotación, que recordemos siempre debe ser positiva.

2.- Renegociar la forma de pago a nuestros proveedores, sin tener ni miedo ni vergüenza, pues es otra herramienta a nuestro alcance que debemos explotar.

3.- “Tensionar” el importe de las existencias y estudiar muy bien esas ofertas de los proveedores que van a llenar nuestras estanterías: tal vez no sean tan rentables. Vincular la retribución variable de los responsables de compras y almacenes a unos objetivos de porcentaje de existencias sobre ventas o sobre activo.

4.- Revisar si la calidad que ofrecemos es realmente valorada por nuestros clientes, pues una alternativa vinculada con el punto anterior es revisar la duración de nuestros ciclos productivos, y ver si todo lo que hacemos- que consume tiempo de almacén- es valorado por los clientes.

5.- Compararse con empresas excelentes de otros sectores que nos sirvan como guía sobre qué hacer para mejorar nuestra posición de tesorería. En muchas ocasiones, entramos en la autocomplacencia al estudiar cómo trabajan nuestros directos competidores, cuando lo que debemos es compararnos con empresas más exigentes.

6.- Centrarnos en la generación de cash, olvidándonos de ciertos ratios que nos pueden confundir, como el de tener mucho activo circulante frente al pasivo circulante. Tal vez tengas mucho pendiente de cobro y alto nivel de existencias, con lo que el AC / PC es muy alto pero puedes tener problemas serios de liquidez.

 

En resumen, encontremos la caja que necesitamos dentro de nuestro balance, que desde luego no diremos desde Apunte que es tarea sencilla pero sí posible –nuestra experiencia de consultoría en muchos clientes de diversos sectores así nos lo dice- sin olvidar que las circunstancias del entorno financiero –recordemos el capicúa 51.15- nos está obligando a ello. Y, además, será como el deporte practicado de forma constante: no abandonaremos nunca esta rutina de trabajo que redundará en la salud de nuestra empresa.

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