Estamos en un momento de crisis en nuestro mercado nacional y de ligera recuperación en nuestros principales mercados exteriores que hace que haya menos negocio para las empresas que afrontan el 2010. Por ello, hay que ser mejores en nuestra actuación empresarial si queremos ser jugadores del partido actual y salir reforzados para el futuro.
Es momento de tener establecidas estrategias, hojas de ruta, en definitiva, saber hacia donde nos dirigimos, que nos permita otear el horizonte de nuestros negocios, mirando más allá del corto plazo. Y no es válido sólo para empresas grandes; es necesario para todas, grandes, medianas y pequeñas. Y para poner en marcha estas estrategias hay que contar con los miembros de nuestras empresas, con sus opiniones, su saber hacer. Para ello es necesario que los equipos estén comprometidos con la causa y, también, ilusionados. Los líderes de las organizaciones deben contar con las personas que son “el activo más importante con que cuentan las empresas”, como se ha repetido en el pasado, lo que es totalmente cierto. Los líderes deben ser creíbles y generadores de entornos de confianza sino difícilmente serán capaces de llevar sus empresas a través de estos nuevos tiempos que estamos viviendo. Para ello deben ser humildes y apoyar y apoyarse en sus colaboradores honesta y abiertamente. Si no impera el cinismo y el objetivo puramente personal sin que haya ninguno colectivo.
Nos referíamos antes al corto plazo y es un tema ya muy antiguo: hace más de veinte años se alababa la gestión de las corporaciones japonesas por mirar más allá del ejercicio en curso, y la dirección estratégica, a través de herramientas como es el Cuadro de Mando, tiene este objetivo. Es importante tener claro que vamos a hacer tras la crisis y es muy arriesgado tener a toda nuestra organización “manteniendo el barco a flote” pero sin rumbo fijado a largo plazo. Hay que dedicar tiempo y recursos a mirar a lo lejos.
Hay que gestionar para ganar y aprovechar las oportunidades que nos surgen en épocas de crisis, enfocándonos a nuevas líneas de negocio, reorganizando nuestras empresas sin caer en la anorexia empresarial (ojo con eliminar puestos claves por la urgencia del corto plazo) y siendo conscientes que este es un camino largo que no podemos llevar solos sino que necesitamos a todos los miembros de nuestras organizaciones. Desarrollemos un plan de ataque, llevémoslo adelante y tomemos decisiones, sabiendo que somos vulnerables y estando alerta a lo que ocurre en el mercado, en un nuevo entorno al que hemos vivido durante unos cuantos años, y que no volverá a repetirse. Se está produciendo el vendaval de destrucción creativa, que definió el prof. Joseph Schumpeter, necesario para el progreso económico.