Aparecía recientemente una artículo en la prensa sobre un estudio de los sectores empresariales tradicionales valencianos donde una de sus conclusiones es realmente preocupante: más de un tercio de los empresarios de estos sectores consideraban que los cambios estratégicos en sus sectores y, por tanto, en sus empresas están en manos de otros.
Pero no va a ir nadie a sacar adelante cada empresa, cada negocio. Serán los integrantes de estas organizaciones las que deben poner el rumbo adecuado a sus negocios.
Hemos pasado unos años de fuerte crecimiento económico donde había clientes en abundancia con ganas de consumir. Las perspectivas eran halagüeñas, estábamos con las menores tasa de desempleo y las tasas de endeudamiento se dispararon ante la facilidad crediticia que disfrutábamos.
Pero estos tiempos han pasado y no van a volver en un futuro cercano. Nuestra pertenencia a la Unión Europea nos facilitó la llegada de fondos europeos para mejorar nuestra economía, pero esto acabó. Nuestros costes han subido hasta hacernos menos competitivos en el mercado europeo y ya no tenemos ni vamos a tener la opción de devaluar nuestra moneda para abaratar nuestros productos, al estar integrados en el área euro. Nuestro crecimiento va ser bajo durante un periodo de tiempo prolongado, se vaticina que más de una década, con lo que el número de clientes en nuestro mercado doméstico se va a reducir; ello significa que hay que vender, no nos van a comprar como ha ocurrido en los años de bonanza en algunos sectores, como el inmobiliario.
Ante estas nuevas condiciones del mercado se hace más necesaria que nunca el establecer un rumbo, una estrategia clara en las empresas que focalice su quehacer diario. Hay que tener una visión a largo plazo de los negocios que se debe establecer mediante una adecuada reflexión de hacia donde debemos dirigirnos; no vale hacer cualquier cosa y hay que focalizar los esfuerzos en lo que analicemos que somos verdaderamente competitivos. Necesitamos establecer nuestra misión como empresa, qué queremos ofrecer y cuales es la guía de conducta, nuestros valores, que van a regir nuestra forma de relacionarnos con nuestro entorno emporesarial.
Debemos otear nuestro entorno competitivo estudiando el entorno macroeconómico en el que nos vamos a desenvolver, estudiando a nuestros competidores, los gustos de nuestros clientes y el entorno político y legal.
Debemos asimismo mirarnos por dentro: qué capacidad productiva tenemos, qué redes comerciales, qué equipos humanos, qué capacidad directiva, qué capacidad económica, qué productos ofrecemos en nuestro catálogo, en resumen, analizarnos sinceramente para saber como estamos.
Con la información interna y externa establecemos un análisis DAFO ( Debilidades, Amenazas, Fortalezas, Oportunidades) que nos permita saber donde debemos mejorar, que riesgos debemos tratar de mitigar o, en todo caso, con los que debemos contar, en qué somos realmente buenos y podemos además mejorar y que alternativas nos ofrece el mercado.
Tras este análisis debemos decidir hacia qué mercados debemos focalizarnos y preparar a nuestra organización para atender las necesidades de los clientes, para los que seamos realmente competitivos, bien por nuestra magnífica relación calidad-precio, o a través de nuestros productos o servicios realmente innovadores que nos hagan temporalmente dueños de pequeños nichos de mercado. El establecer una estrategia para nuestras empresas supone renunciar a líneas de negocio, a clientes, a personas, y es muy difícil hacerlo, pero es imprescindible si quiero ser competitivo pues la batalla por el cliente es y va a seguir siendo muy dura, con lo que hay que optimizar los recursos con los que contamos.
La estrategia la debemos plasmar por escrito y darla a conocer a toda nuestra organización para que todos estén orientados en un mismo sentido y a la puesta en marcha de la misma. Utilicemos herramientas como los Cuadros de Mandos que nos ayuden al segumiento de nuestros objetivos pues de nada nos sirve un magnífico trabajo teórico que no se lleva a la acción. Y tengamos en cuenta que los planes estratégicos no son temas de las grandes empresas: es fundamental para cualquier negocio saber hacia donde se quiere dirigir pues sino está a merced de los elementos y sin control sobre su futuro.