Racionalizar el gasto público

Tenemos en España cerca de 8.100 ayuntamientos, con 66.000 concejales en sus estructuras. Cualquier ciudadano tiene sobre sí cinco capas administrativas, con capacidad normativa y con influencia en nuestras empresas: Ayuntamiento, Diputación, Autonomía, Administración Central y Europea. ¿Es posible seguir aguantando esta estructura?

Evidentemente, no. Estamos inmersos en procesos de cambio a nivel mundial que van a suponer la reducción de deuda a todos los niveles durante muchos años. Hemos conocido el plan de ajuste presentado por el gobierno alemán que supone un plan de reducción de gastos de 80.000 Millones de euros de aquí al 2014, y también el nuevo primer ministro británico ha anticipado un “doloroso recorte que cambiará la vida de la población”. Y estamos hablando de grandes economías, con grandes y, sobre todo, medianas compañías altamente competitivas en el mercado mundial.

España debe acometer un proceso de reordenación administrativa (afortunadamente ya hay altos cargos políticos que están abriendo el debate en los medios de comunicación) que permita abaratar lo que nos cuesta el mantenimiento de nuestra casa común. El porcentaje de poblaciones de menos de 5.000 habitantes en España es de más de un 85%, que suponen más de 45.000 concejales, además de las estructuras necesarias para llevar adelante estos pequeños ayuntamientos. Ahora que estamos viendo “fusiones frías” de entidades financieras también se debe plantear la racionalización del sistema administrativo nacional, con la reducción, en primer lugar, del número de ayuntamientos en un porcentaje de al menos un 25% que permita ser más eficiente nuestros sistema local de gestión, pasando a tener corporaciones que abarcan un número mayor de población. Las estructuras administrativas deben reducirse y crearse como empresas de servicios que compitan por dar los mismos a varios ayuntamientos, como ocurre en Gran Bretaña.

Con ello iniciaremos un proceso de ajuste que nos ayudará a pagar menos impuestos, con lo que permitiría tener más recursos en los bolsillos de las empresas y particulares para poder invertir y gastar en lo que entiendan más adecuado, además de ser un magnífico ejemplo de austeridad para toda la población, que necesita ver como los que viven de sus impuestos se adecúan al presente y futuro que nos aguarda.

Leave a Reply