En muchas empresas, los empleados prefieren mantener un (vamos a llamarlo prudente) silencio que decir lo que piensan, pues no consideran que merezca la pena hablar claro, que lo único que les puede provocar es una situación de tensión y poca satisfacción con compañeros y jefes. “No merece la pena”, es la frase habitual, y a seguir trabajando. Y tampoco es extraño que un jefe se guarde de dar opiniones negativas directamente a sus subordinados, y evitar así el mal trago a pasar por ser claro con su personal.
Es habitual que se diga en las empresas que el activo más valioso de que disponen son sus empleados, y que las opiniones de todos son muy valiosas, etc.etc.etc., pero la realidad es que el instinto de supervivencia aconseja el silencio, aunque “el silencio puede tener un alto costo psicológico en los individuos, generándoles una rabia muy dañina que, si se callan, contaminan cualquier interacción, paralizan la creatividad y socavan la productividad” (Perlow,L. y Williams, S., HBR Mayo 2003).
Pero en entornos económicos cada vez más competitivos, las empresas necesitan disponer de la mejor de la información y los ejecutivos hacer las preguntas adecuadas, esperando respuesta a las mismas, para hacer mejores a sus organizaciones. Como se decía hace unos años, poner en marcha el método “Perales”: pregúntale… y pregunta al que sabe, pues tienes alta probabilidad de que te responda (e incluso, que lo haga gustosamente).
Recientemente leíamos en un artículo de Shoemaker y Krupp publicado en la revista del MIT la importancia de hacer las preguntas claves para ver nuevas oportunidades y minimizar riesgos. Nos presentan los autores seis cuestiones a realizar en el mundo de la empresa para conseguir esos objetivos de mejora:
- Con qué grado de detalle entendemos las tendencias del mercado y las situaciones menos evidentes que nos permitan anticipar tendencias: ir más allá de donde estoy.
- Con qué profundidad tenemos en cuenta como impactan en nuestras decisiones las incertidumbres y escenarios futuros posibles: explorar esos escenarios. Y añado que con herramientas financieras de alta fiabilidad, como es el Timón de Gestión Financiera de Apunte.
- Buscas opiniones diversas, que vean desde diferentes perspectivas los temas complejos: no te conformes con la unanimidad, ten tu “abogado del diablo”.
- Mejora la capacidad de gestión relacionando la información que recibes de diversas fuentes y de tus grupos de interés.
- Genera tú mismo alternativas, y ten herramientas para poder medir el riesgo de cada una de ella: como siempre, equilibrio del binomio riesgo-rentabilidad.
- Utiliza los fracasos también como punto de arranque de nuevos proyectos: un viejo conocido de la dirección de empresas.
Alguien puede pensar que estamos con recetas de las de siempre, de las que se escuchan y leen continuamente, pero la verdad es que, a pesar de ser conocidas, no se ponen habitualmente en marcha en el mundo empresarial. Es un buen momento ahora el empezar a implantarlas en mi organización.
- Escrito por: fsoler
- Fecha: 30 junio, 2015
- Etiquetas: Gestión, Pyme, Timón de Gestión Financiera