Dijo el poeta F. Holderlin: “Lo que ha hecho siempre del Estado un infierno sobre la tierra es precisamente que el hombre ha intentado hacer de él su paraíso”.
Palabras que vienen como anillo al dedo ante la situación actual en la que se encuentra la economía española, que necesita reducir de forma drástica su alto nivel de endeudamiento y necesita una reducción de su sector público, abandonando políticas expansionistas como las inoperantes acometidas con el Plan E que han hecho aumentar la deuda de las Administraciones Públicas sin mejorar la competitividad de nuestra economía. Aparecen por el horizonte nacionalizaciones bancarias de las cajas que vendrán a aumentar el poder de la clase política sobre la sociedad, dando un mayor protagonismo a los políticos del que ya tienen, sin castigar la mala gestión que se “soluciona” con mayores impuestos a la larga. Como muy bien nos dejó escrito en el clásico “La riqueza de las Naciones” Adam Smith: “Resulta por ello una grande impertinencia y presunción de reyes y ministros el pretender vigilar la economía privada de los ciudadanos […] Ellos son, siempre y sin ninguna excepción, los máximos dilapidadores de la sociedad. Que vigilen ellos sus gastos, y dejen confiadamente a los ciudadanos privados que cuiden de los suyos. Si su propio despilfarro no arruina al Estado, el de sus súbditos jamás lo hará.”